
Pili Egea
Escritora

Brain, el león bravo
Brian es un león que vive en África con una leona, sus cachorros y hermanas. Tiene fuertes músculos, cara gatuna y garras silenciosas. Todo lo que a un león le gustaría ser pero...
De pequeño, soñaba con ser el rey de la selva como sus antepasados y como sus amigos lo son, pero Brian es distinto. Cuando todavía era pequeño ya conoció la tristeza. Sus papas murieron a manos de cazadores furtivos una noche en que salieron a buscar comida. Nadie supo como él y sus dos hermanas sobrevivieron. Los meses pasaron y Brian se hizo cargo de sus hermanas.
De eso ya hace mucho tiempo y ahora Brian es dichoso junto a los suyos . Él se encarga de cazar, de educar a sus cachorros mientras su mujer y hermanas vigilaban el territorio y controlaban la despensa. Todo sería perfecto, si sus compañeros felinos no se rieran de él.
–¡Pareces tonto, Brian! –Le dice el león Gibran–. ¡Nunca serás bravo! No sé por qué haces los trabajos que no te corresponden.
Todos los leones se reían y las sonoras carcajadas retumban en la sabana africana.
–¿Y qué debería hacer? –pregunta avergonzado Brian.
–Lo que hacemos todos los leones. No hacer nada –le explica–. La leona es la que va a cazar, la que protege a los cachorros de los demás depredadores... Y nosotros solo meneamos la cola para espantar a las moscas, nos peinamos la melena y descansamos todo el día bajo el gran baobab.
Brian arqueó una ceja y pensó que esa vida no estaría mal, pero no era lo normal. Así siempre habría un ganador y un perdedor, la idea no le gustó. La familia tenían que ayudarse los unos a los otros. Tampoco comprendía porque Gibran pensaba de esa manera, cuando sus cachorros siempre se escapaban a jugar con sus hijos y con él. ¿Quizás, Gibran, tenía celos de él? ¡Bah, qué idea más absurda! Pensó el león Brian. Nunca serás bravo. Nunca serás bravo, le repetía una y otra vez Gibran a Brian.
Cada día la esposa de Gibran recogía a sus hijos de casa de Brian, mientras estos crecían sin apenas tener contacto con su padre. Así pasaron los meses hasta que un día Gibran rabioso, se levantó y de un zarpazo apartó a la mama de sus hijos. ¿Qué se pensaba ese Brian? Se dijo. Y con paso firme, como si fuera el rey absoluto de la selva, se dirigió a casa de quien creía que era su enemigo. Cuando estuvo lo bastante cerca, una sorpresa repentina le azotó el alma…
–¿Es papá? –le decía un hermano al otro.
–¡¡Sí,sí,sí... Es papá!!
Gibran nunca había oído tanta alegría y satisfacción en la voz de sus hijos. ¡Era por él! Su pecho se engrandeció de orgullo. Por primera vez,era feliz. Por fin entendió la felicidad de Brian .
Desde ese momento, todos los felinos de la sabana africana imitaron el ejemplo del león, comprendieron que ser bravo no significa saber pelear o tener la mayor melena. Bravo es ser como Brain... Es saber romper con los perjuicios para ser feliz.
Pili Egea