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Charla en el Casal infantil

de Les Planes

Recuerdo el día, hará unos tres años, cuando Ariana me propuso hacer una charla en el Casal Infantil Les Planes; ella trabajaba allí. Un miedo súbito me sobrecogió el alma, pero inmediatamente me calmé. Total, eran niños, reflexioné. Éstos no requerían una conferencia muy elaborada. A ellos, lo que había escrito Joyce les traía sin cuidado. Y con ese temperamento aventurero que me caracteriza, me tiré del puente y le dije a Ariana que sí. Al pasar las horas y los días, esa rotundidad se tornó en respeto e inseguridad. Pili, donde te has metido, me decía. Tratar con niños requiere otro tipo de lenguaje, una psicología diferente… Y a veces los niños son más exigentes que los adultos.


Pero a los días, mi nerviosismo agudizó ese rinconcito que tenemos en el cerebro llamado Inteligencia. Y entonces ahí encontré la solución: ¡El cuento de Blasa! Hice partícipe a Ariana de mi idea y le encantó. Sería más sencillo contarle un cuento a los niños y, a través de él, contarles el porqué algunas personas vamos en silla de ruedas. Y pensé, si Maria y Blasa pudieran acompañarme, sería genial. Pero finalmente, me dijeron que no podían ir. Necesitaba que me acompañara un perro; Pensé y pensé pero no hallé la solución. Un día de tantos, al estar leyendo, levanté la vista hacia un ventanal y detrás, en la terraza, estaba Jambo. Su hocico rozaba el cristal, se fijó en mí, ladeó su cabeza y me suplicó algo con su cara de peluche grande. ¡Jambo! Claro…


El día 10 de junio de 2011, Matías (el dueño del perro), Jambo y yo subimos por la carretera de la Rabassada con un montón de dudas bailando en nuestras cabezas. La húmeda lengua de Jambo se asomaba nerviosa entre los dos asientos delanteros del coche. No sabía a donde nos dirigíamos. Quería explicarle que íbamos al Casal Infantil a dar una charla y que, posiblemente, él sería el protagonista. Pero no me salieron las palabras justas.
Al llegar a Les Planes, nos bajamos del coche y mientras Jambo olisqueaba la zona, yo me quedé con Ariana. Me explicó lo que tenían pensado hacer y lo que tenía que contar. La cosa parecía sencilla: una mujer leería mi cuento Blasa, una cazadora de sonrisas. Después yo explicaría un poco de mi vida; qué es un perro de terapia y cómo trabaja, y por último, responder a la sesión de preguntas. O sea, todo lo haría yo… puesto que Matías me dijo que le daba vergüenza hablar en público.
La sala, poco a poco, se fue llenando de niños y de padres, de ruido y murmullos. Pero al sentarse, el silencio reinó en el ambiente. De pronto, mi alma se maquilló de ansia: la mirada de Matías reflejaba el mismo sentimiento. Busqué a Jambo: estaba estirado con la cabeza apoyada encima de las patas. Ahí hallé la calma y la seguridad. Bien. Una señora del Casal de Mujeres se situó a mi lado y la charla dio comienzo con la lectura de mi cuento. Me gustó ver las caritas embelesadas al contemplar las diapositivas de Blasa, una cazadora de sonrisas. Después de los aplausos, Ariana hizo una breve presentación de quién era yo y al sentirla cerca me relajé un poco. Entonces expliqué que Blasa y María no pudieron asistir pero que en su lugar me acompañaban Matías y Jambo. Tras los aplausos de bienvenida, Matías y Jambo también se pusieron a mi lado. Entonces si que me sentí protegida.


Cuando me di cuenta, ya había contado parte de mi vida, aficiones y sueños. Una sorpresa muy gratificante fue oír a Matías explicar lo que era un perro de terapia (pues me repitió que él no iba a hablar). Y los asistentes participaron haciéndonos preguntas y los niños acariciaron a Jambo, el cual se comportó como todo un perro de terapia. Al finalizar, nos regalaron una caja de bombones, un ramo de flores y dos dibujos hechos por los niños. A Jambo, su regalo no le duró ni un minuto; con gran avidez se tragó su deliciosa golosina.


Quiero dar las gracias a los niños y niñas del Casal Infantil,

a sus padres y a las mujeres de Les Planes.
A la coordinadora, por su amabilidad.
A Matías y Jambo, ¡qué lejos vais a llegar!
Pero sobretodo, gracias a Ariana por hacer realidad un sueño.

 

Pili Egea 

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