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Ensayo

sobre las impresiones gozosas

Soy Egon Schiele, discípulo y amigo de Gustav Klimt. Sí, amigo de El Maestro. La gente cuchichea, me trata como un desgraciado demente. Me llaman: pintor pornográfico, insensato y descerebrado, escupen con sus estúpidas lenguas e intentan devorarme. Pero yo creo en mi arte, esa pintura plástica que huye de mi ser pornográfico para dar forma a los cuadros. Al conversar con El Maestro siempre llegamos a una misma conclusión: el buen arte te surge de dentro. El arte es como un volcán; vive aletargado pero en algún momento, y sin cita previa, se despereza y explota en fragmentos de creatividad.
- ¿Se siente influido por el maestro Klimt? – me preguntó, hace algún tiempo, un periodista de ojos insulsos.
- ¿El señor Klimt se masturba antes de hacer una obra? –le solté con la naturalidad que me caracteriza. - Yo pinto impresiones gozosas.

No volví a ver más al periodista retrogrado, ni otros muchos, que desaparecieron de la faz de la Tierra. Tal vez devorados por su propio misticismo.

 

Ahora tengo que empezar una obra.
 

“El arte de Schiele parte de los mismos orígenes del hombre. Nace de la pecaminosa manzana de Eva”, subrayó El Maestro en una reunión de artistas.

Ésta es la habitación de lo incierto, de aromas a pigmentos oleosos, de la abstracción y de mis intimidades más extravagantes, en la cual estoy en penumbras y enfrente a un espejo. Del espejo calidoscópico, como lo nombro, puesto que siempre termino percibiendo palpitaciones de texturas diversas cuando me veo reflejado. Siempre lo hago de la misma manera: sentado, experimento sensaciones eléctricas, en mi cuerpo, hasta que un volcán estalla dentro mi cerebro, alma y corazón, de mi escroto. Me observo la cara. Esta desencajada pero de piel gozosa. Sostengo un pincel mojado en pintura púrpura, preparado para ser deslizado sobre una tela blanca, pero una gota cae en el suelo y se expande. ¿Y si mis trazos contuvieran algo tan bíblico como el origen de los tiempos..? Me lo pregunto pero no hallo en el espejo ni mi imagen, ni mi pincel, ni la gota púrpura, sólo la tela blanca. ¡Ya estoy preparado para crear!

¿Estoy loco?

 

Sólo soy Egon Schiele.

Pili Egea

 

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