Una noche soñé que andaba. Mis pies se deslizaban como mariposas sobre las obras de Federico Garcia Lorca. Los libros formaba una curiosa escalera de caracol. El primer escalón estaba dedicado a su nacimiento y, así subiendo, progresivamente viví cada momento de la vida del poeta. Pero a cada peldaño que subía, su vida se consumía. ¡No! Llegaré a tiempo y le cogeré la mano, pensaba. Estaré con él. Apuré el paso y logré alcanzar la cima de la escalera. Pero él no estaba. Solo había un enorme barranco y la nada. Me asomé al abismo y observé su rostro esculpido sobre un mar de nubes. ¡Ahora o nunca! Pensé. Me lancé sin más. Su rostro languideció y un tornado me trago.
Desperté bajo mi vida.
Desperté sobre mi silla de ruedas.
Desperté otra vez.
A mi muso, mi referente literario, mi genio de las letras.. Al niño de los ojitos tristes y de sonrisa clara. A ti, Federico, que siempre estás conmigo. Felicidades por tus infinitos 121 años.
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