La vida va creciendo según se vaya llenando tu equipaje sentimental pero, a veces, el destino se encarga de vaciarlo.
Recuerdo el día que lo conocí, era distante, solitario y triste. Y un día se me acercó y cogió mi libro... Y así pasamos horas, días, meses con mi libro en sus manos y callados. Hasta que me atreví a preguntarle si le apetecía oír música.
Quizás fue la magia de los libros, de la música o de los silencios pero poco a poco fue reflexionando sobre la vida... Y en un momento dado se dio cuenta que pedir un abrazo no es nada malo si no que es una necesidad.
Y ¿sabéis?, me di cuenta que en realidad no era yo la que le ayudaba, si no que fue él quien me ayudó a mí.
Te echare de menos.