He pronunciado un adiós.
Un frío adiós.
Un adiós negando lágrimas.
Un adiós que no quería decir adiós.
Un adiós…
Mi amigo David se independiza. Se muda de centro, de hogar, de vida. Y yo… me mudo la piel.
David no sabe que en su equipaje también se llevará un pedacito de mi alma, un manojito de mis sonrisas y una multitud de mediodías compartidos.
¡¡Cuanto te echaré de menos, David!!
Es una despedida demasiado grande para el tamaño de mi corazón. Mi alma quedará fragmentada.
David, espero que en esta nueva vida, hagas nuevos amigos, y tengas bonitas experiencias… Por mi parte, solamente pido que mi soledad sepa vivir con tu ausencia.
Una vez más, hoy he dicho un adiós que no quería decir adiós.
