Para los que no lo conocéis, este gran peluche es mi amigo Fuli. Con él la terapia se hace muy fácil. Nuestra comunicación no es verbal, ésta tiene poco que decir; nuestra comunicación va más allá. Nos decimos lo que necesitamos con gestos, con miradas y con pensamientos... A veces pienso que me entiende mejor que algún ser humano, a veces siento que me puede ver el alma cuando yo me pierdo. Así de simple es nuestra amistad.
Al montar dejo de ser yo; Fuli y yo somos un solo ser. Sus patas son mis piernas y ¡andamos juntos! Y aunque hacemos terapia muy poco (casi siempre estoy con Mery), siempre que lo monto, es como la primera vez, Pues la conexión nunca se rompe, solo se trasforma.