Lo que más me unió a Frida fueron las cicatrices.
Todos tenemos fracasos, desengaños, traumas, perdidas que nos hace tener un corazón lleno de heridas que con el tiempo se nos cierran. Pero a algunas personas nos quedan señales que tatúan nuestra piel para siempre.
No se cuantas veces Frida vio la cara de la muerte, imagino que muchas, yo sí que la vi tres veces; y en una ocasión recuerdo ver sus facciones y percibir su horrible olor a nada. Fueron muchos meses en continua conversación con ella para llegar a un acuerdo. Finalmente me dejo cuatro cicatrices (como la que veis en la fotografía) y la firme convicción de que tengo que vivir cada segundo la vida.
Al igual que Frida, mi corazón y mi piel están tatuados de fracasos y de sueños que me recuerda la mujer que fui y la que soy.