En las entrañas de los siglos se enciende el fuego eterno. Un mapa de sangre, de grito, de hambre, de lujuria, de pasión está encadenada a tus carnes, Dionisio. Es la cruel creación de tu divino pecado capital, aquel que fluye por tu garganta, cual vino dulce. Lágrimas, alma y cuerpo... Siempre tú, mi Dios. Fotos: Silvia Del Barrio
Texto inspirado en el material fotográfico