El artista y su obra son dos piezas de un puzzle que suelen encajar. Es muy difícil crear algo que nace de ti y ser lo suficientemente imparcial para que ninguna de tus partículas vayan a parar a la obra. Sin conocer íntimamente a la artista Sílvia López, diré que en su exposición Som hay mas que partículas; me atreveré a decir que Som es una exposición celular.
Por un lado, la obra toca al individuo como parte de una sociedad en la cual convive, se organiza y se sincroniza dentro de un mundo, que a su vez, subyace en otro mundo… al igual que una combinación de muñecas rusas. El individuo como una ínfima parte celular de la globalización.
Por ello, Sílvia también reinvinca la parte mas esencial del ser humano y la clasifica con los cuatro elementos. No se tiene que olvidar que venimos y que formamos parte de la naturaleza. Que somos parte del aire en constante movimiento, que el agua fluye en nosotros, que andamos sobre una tierra que nos ha dado las raíces y que el fuego nos reconforta e irradia nuestras pasiones. El ser humano y la naturaleza; células que se entretejen para crear un universo.
Somos tierra, agua, fuego… Somos aire. Somos identidades en constante reconstrucción, en constante fragmentación. ¿Ciudad o naturaleza? ¿De dónde somos? Sin mas… ¡Som! Un viaje a nuestro ser.